El 10 de diciembre de 2000 la selección española de Copa Davis superó el sino de Oceanía en la montaña de Montjuic, convirtiéndose, además, en el tercer combinado nacional del viejo continente que derrotaba al laureado equipo australiano en toda la historia.
Antes, Santana, Gisbert, Arilla, con Couder y con Jaime Bartroli como capitán, habían sucumbido sobre la hierba del White City Stadium de Sidney del 27 al 29 de diciembre de 1965. Australia, con Stolle, Roche, Newcombe, Emerson y Harry Hopman en capitán, ganó por 4-1 (Santana venció a Emerson en el cuarto encuentro) en la Challenge Round Final del grupo mundial de la que era 54ª Copa Davis.
Dos años después, del 26 al 28 de diciembre de 1967, se repitió la historia sobre el césped del Milton Courts de Brisbane, y Santana, Orantes, Gisbert, Arilla y Bartroli volvieron a caer por 4-1 (Santana ganó a Newcombe también en el cuarto encuentro). Así, el conjunto australiano integrado por Roche, Newcombe, Emerson, Bowrey y capitaneado por Hopman se adjudicó la 56ª Copa Davis en esa otra Challenge Round Final del grupo mundial.
España volvió a una eliminatoria clave en Oceanía, ya fue en septiembre de 1999 y por un motivo bien distinto, cuando se jugaba la permanencia en el grupo mundial o el descenso ante Nueva Zelanda, y Félix Mantilla, ‘Pato’ Clavet, Julián Alonso, Joan Manuel Balcells y Fernando Vicente, con Santana de capitán, lo lograron.
De manera que el equipo nacional siguió entre los grandes, y en el primer calendario del siglo XXI se hubo de medir a tres finalistas, dos de ellos campeones, de la Davis; eso sí, con el factor campo a su favor en todos los casos. España superó a la Italia de Andrea Gaudenzi por 4-1 en Murcia, a la Rusia de Yevgeny Kafelnikov por el mismo resultado en Málaga, y a los Estados Unidos de Todd Martin y John McEnroe (capitán) por 5-0 en Santander.
Así pues, la selección española se plantó en su tercera final, primera en casa, sobre la tierra cubierta del Palau Sant Jordi de Barcelona, del 8 al 10 de diciembre de 2000, de nuevo ante Australia.
El curioso equipo anfitrión lo formaban ocho efectivos: cuatro jugadores y cuatro técnicos, dentro del afamado G4 que integraban Javier Duarte, Josep Perlas, Jordi Vilaró y Juan Bautista Avendaño. Dispuestos para la batalla sobre la arcilla contra la formación aussie capitaneada por John Newcombe estaban Juan Carlos Ferrero, Albert Costa, Álex Corretja y Joan Manuel Balcells.
En el primer partido, el temido Hewitt remontó a Costa un 1-0 y un 2-1 (en sets) para ganar en 5 mangas y poner por delante a Australia.
Ferrero, tras empatar a tie-breaks en los dos primeros sets, iba ganando 6-2 y 3-1 a Rafter hasta que éste abandonó por lesión, y llegó la igualada a uno para cerrar el primer día.
Balcells y Corretja agitaron los cimientos del Sant Jordi y ganaron el doble por triple 6-4 a Stolle y Woodforde. Así en la tercera y definitiva jornada de aquel domingo 10 de diciembre de 2000, el conjunto local partía con ventaja y Ferrero la hizo insalvable al derrotar a Hewitt por 6-2, 7-6 (5), 4-6 y 6-4. El quinto encuentro programado, Costa (o Corretja)-Rafter, no se jugó.
España levantó la plateada ensaladera en la 89ª edición de la Davis (55 años después del nacimiento de la denominación Copa Davis en homenaje al estadounidense Dwight Filley Davis, quien creó la competición en 1900); superando, de este modo, el sino de Oceanía y convirtiéndose en la tercera selección europea que se imponía a Australia en la historia (como Australasia -Australia y Nueva Zelanda- había perdido una más con Islas Británicas en 1912), como antes lo habían hecho también en sus feudos la Alemania de Michael Stich en 1993, igualmente en tierra indoor; y la Gran Bretaña de Fred Perry y Bunny Austin en 1936 sobre hierba.
Australia había llegado a Barcelona en 2000 como vigente campeona de la Copa Davis, y acumulando 21 títulos entre 1939 y 1999, a los que añadir 6 más entre 1907 y 1919, entonces como Australasia. Y España inscribió su nombre en el palmarés como el décimo país ganador del mundial por equipos hasta esa fecha.
Justo cuatro lustros después de aquel primer logro, en La Web del Tenis hemos recabado las sensaciones de otros tantos presentes en aquella historia: Álex Corretja (jugador), Juan Bautista Avendaño (uno de los cuatro capitanes), Ricardo Villanueva (juez de línea) y Manuel Poyán (periodista), a quienes hemos formulado las mismas cinco preguntas:
- ¿Qué tenía España en contra, y qué a favor, antes de aquella final para ser campeona?
- ¿Crees que hubo mucha presión (desde dónde) para conseguir el título?
- ¿En qué momento tuviste claro que se podía conseguir la Davis?
- ¿Era el español un equipo llamado a ser campeón ese año o se dieron todas las circunstancias favorables para que lo fuera?
- ¿Qué fue lo mejor de lo que viviste aquel día o en aquellos días?
Álex Corretja, jugador de la selección española

1. “En contra, básicamente, no haberla ganado nunca antes, tener el peso de la responsabilidad de muchos años de historia, de grandes generaciones de tenistas que, por unos u otros motivos, no habíamos (habían) sido capaces de conseguirla. Creo que eso era lo que más pesaba, la sensación de incertidumbre de si seríamos capaces. La Davis se nos había atragantado en muchas situaciones y no era sencillo. A favor, que teníamos un grupo muy unido, muy compacto, sin envidias, muy bien capitaneado, la ventaja de jugar en casa, en nuestra superficie preferida, con las pelotas que escogíamos y, sobre todo, con un público volcado; creo que eso era lo más importante, y después el deseo infinito de cumplir un sueño.
2. La presión siempre es algo que te exiges y te autoimpones, al final, eso va un poco en relación con lo que quieras cumplir, con tus deseos y tus sueños; depende de lo que quieras conseguir, pues tendrás más o menos. En el momento que quieres ser campeón de la Copa Davis, pues existe muchísima presión y más si no la has ganado nunca, porque hay mucha inquietud. Por parte del público, más que presión, había como una petición, como un deseo muy grande de que se consiguiera, y por parte de la prensa, diría que varios medios metían bastante presión, algunos por la ilusión de que se tenía que conseguir, era un ahora o nunca, una oportunidad de oro, etcétera; y otros por qué iba a pasar. Yo lo recuerdo perfectamente de una de las preguntas de la rueda de prensa previa: ‘si no se gana este año va a ser un fracaso absoluto ¿no? Es la oportunidad de vuestra vida, sino la conseguís ahora, a lo mejor se os escapa el tren y no la conseguís nunca más’, a lo que yo contesté: yo me preparo para lo mejor, si luego perdemos ya veré cómo lo enfoco y cómo lo gestiono, pero, de momento, no me preocupo por perder, sino me concentro en ganar. De una forma o de otra, la presión se sentía, por supuesto.
3. Pues si te digo la verdad, para mi hubo un momento muy importante cuando ganamos a Rusia. Ganar a Rusia 4-1 con Kafelnikov y Safin fue el momento en que sentí que íbamos por el buen camino; después, evidentemente, faltaba mucho camino por recorrer, y mucho que remar y mucho que sufrir, pero tuvimos unas semifinales bastante plácidas, ganamos 5-0 a Estados Unidos; y en concreto, ya en la final, cuando nos pusimos 2-1 a favor el sábado (tras el dobles) sentí que las dos oportunidades que teníamos el domingo las íbamos a aprovechar. Yo veía a Juan Carlos en un gran estado de forma y, en caso de que él no pudiera rematar, yo creía que estaba muy bien preparado para ganar a Rafter en el punto decisivo, en tierra, en casa, al mejor de 5 sets… Le había ganado ese año en pista rápida, o sea veía que tenía posibilidades grandes de pasar adelante y de que ganáramos.
4. No, para mí en absoluto era llamado a ser campeón. Se dieron las circunstancias para que así fuera. Está claro que luego todo te ha de ayudar y el viento ha de soplar a favor pero desde una decisión muy controvertida, cambiando de capitán al final de 1999 y colocando al G4, y después buscándolo con diferentes tácticas constantemente, por parte de los capitanes, desde la primera eliminatoria hasta la última, se consiguió el objetivo que era ganar. Más allá de eso, lógicamente, ayudó el hecho de jugar todas las eliminatorias en tierra, en casa y con nuestro público, con las condiciones que más nos favorecían; pero muchos años antes también se había jugado en casa, también se había escogido superficie, pelota, etc., y se había fallado, no se había conseguido; así que, en esta ocasión se logró por una gran unión del equipo, no sólo porque las circunstancias nos favorecieron. Las circunstancias las provocamos.
5. Lo mejor que viví fue toda la emoción, y la ilusión de cumplir un sueño de pequeño. Yo había visto siempre la Copa Davis por televisión, recuerdo al equipo sueco con Wilander, Edberg, etcétera; al equipo francés, cuando ganaron con Leconte, Noah, Forget; los estadounidenses con Sampras, Agassi, etc., y que, de repente, pues tu fueras uno de los protagonistas, uno de los que iba a estar compitiendo por lograr algo que en nuestro país no se había conseguido nunca; entonces, eso es un recuerdo imborrable, es algo que veinte años más tarde tenemos la gran suerte de seguir hablando de ello y que creo que tiene un reconocimiento a la altura de la dificultad de lo que se consiguió, así que, bueno, estoy encantado. En estos días hemos hablado con muchos medios, hemos tenido muchas entrevistas y ha sido un placer volver a recordarlo, ha sido bonito, pero lógicamente nos ha llevado nuestro tiempo, hemos hecho diferentes reportajes”.
Juan Bautista Avendaño, uno de los cuatro capitanes del equipo español

1. “En contra, un equipo enfrente que había que respetarlo, sobre todo por ser Australia, con mucha experiencia en Davis y en finales; también la presión de jugar en casa, en tierra batida en Barcelona, con el público, eso siempre obliga a ganar, y llevábamos varias ganadas, además, durante años los españoles éramos favoritos en tierra. A favor, muchas cosas: el público, la pista elegida de tierra batida, aunque un poco en contra que fuera cubierta en vez de al aire libre (pero había que asegurar la disputa de partidos), también las ganas, la ilusión de aprovechar el momento, la primera final en casa tras las dos en Australia en la época de Santana, las familias, los amigos… más cosas a favor que en contra.
2. Sí que había presión, empezando por nosotros mismos. Teníamos casi la obligación de ganar, perder en casa hubiese sido un desastre, teníamos buen equipo, como ellos, aunque quizás les faltaba una pieza importante como Todd Woodbridge -creo que por embarazo-. Sí que había presión, la gente, los medios, ya desde los entrenos; pero a un tenista ante esas circunstancias la presión hasta le gustaba, tener el público a favor y a toda España pendiente es algo muy bonito y nos gustaba esa presión. Mejor así, en casa, que tenerla fuera con el público en contra.
3. Aparte de las ganas, cuando realmente lo vimos claro fue cuando ganamos el dobles y pusimos 2-1 en la eliminatoria. El dobles era complicado a priori por la mayor experiencia de los australianos y la menor nuestra, ellos siempre habían tenido muy buenos doblistas y tenían mayor experiencia que Balcells y Corretja; pero pensamos que teníamos una posibilidad y fue muy real, porque se ganó en 3 sets. Al acabar teníamos dos oportunidades para ganar la eliminatoria, duras pero bueno… y no hizo falta la segunda porque Juan Carlos ganó a Hewitt.
4. Se dieron las circunstancias porque tuvimos mucha suerte en el sorteo, fue muy importante jugar las cuatro eliminatorias en casa y pudiendo elegir tierra, eso es un arranque muy positivo. En casa, con los jugadores muy motivados, la fórmula del G4, tres entrenadores de jugadores y yo como director técnico de la RFET, se formó una piña con la misma idea. Fue un experimento nuevo, nunca más se repitió pero salió todo muy bien.
5. Durante la eliminatoria hay momentos muy buenos, el antes de los partidos, la mentalización de los jugadores. Antes, los momentos de los vestuarios suelen ser de bastante euforia, de concentración, íntimos, con análisis previos de lo que pueden ser los partidos, para salir mentalizados. Los días anteriores intentas prepararlos lo mejor posible, y los ánimos para salir a pista. Si tuviese que quedarme con un momento, es cuando gana Juan Carlos, que salimos todos a pista y nos echamos encima de él, un momento único, la primera que vez que se ganaba. Ya habíamos tenido buenísimos equipos de jugadores españoles antes y no se había podido ganar. Hacerlo en casa, con el público, fue muy emocionante, un recuerdo para toda la vida. Luego estuve también en la de Melbourne en hierba, que perdimos, y en la de Sevilla, que ganamos a Estados Unidos (incluso antes, de 1993 a 1995, estuve como capitán) pero emocionalmente la primera fue algo grande. Un montón de emociones que tuvimos la suerte de vivir”.
Ricardo Villanueva, juez de línea
1. “A favor, muchísimas ganas, ambiente espectacular, aunque los australianos podían ser los favoritos, pero teníamos un equipazo. En contra, probablemente, el exceso de motivación, que podía llevar a la precipitación, pero era un momento ideal que marcó la pauta para ganar más.
2. No tuve esa sensación. Pero como aficionado, los españoles lo deseábamos. No éramos favoritos, pero estábamos en casa ante una oportunidad fantástica.
3. Después del dobles, que se lo echó a la espalda Balcells, que hizo un partido increíble; ahí se vio que el equipo era muy fuerte, aquel palacio era una bombonera y pareció que no se podía escapar. Parecía que había mucha tranquilidad y confianza, que los jugadores no perderían los papeles.
4. El formato obliga a mucha regularidad, era un momento muy bueno, con los jugadores muy motivados, un cuarteto de capitanes y más gente empujando, y se dieron todas las condiciones para sacarlo adelante. El estadio estaba lleno y con muchos australianos, tanto en las gradas como en la calle. Memorable.
5. Como línea, lo bien organizado que estaba, todo muy receptivo con el turismo, con mucha seguridad de los aficionados, y la sensación de que ésta la íbamos a ganar. Para mí, fue una suerte haber sido seleccionado y poder estar ahí, como también que me encontrara en la línea central de saque del fondo, donde restaba Ferrero cuando tiró aquel perfecto paralelo de revés que le daba la primera Davis a España. Ferrero fue al suelo y todo el equipo corrió a abrazarlo, fue tan emocionante que estuve a punto de sumarme a la piña (se ríe). Creo recordar que, al final, muchos aficionados fueron tomando como recuerdo de aquel logro cachitos de la red y porciones de tierra, que guardaban en los botecillos de los carretes de fotos de los innumerables fotógrafos acreditados. El post-triunfo, el festejo de celebración fue muy bueno, y largo… yo perdí el avión para regresar a Canarias. Fue una maravilla, increíble. Inolvidable para los que tuvimos la suerte de vivirlo”.
Manuel Poyán, periodista de Eurosport
1. “Tuvimos suerte ese año, porque todas las eliminatorias fueron en tierra batida. El antecedente era la asignatura pendiente tras perder dos Challenge Round en hierba en Australia, ese peso histórico, que pese a tener grandes jugadores no se alcanzaba el éxito. La semifinal de 1998 en Suecia, para mí, fue aviso de que España podía ganar la Davis próximamente. Era reivindicar la tierra y ante una selección de mucha historia.
2. Diría que sí, el deseo del que nunca ha ganado se volvía presión sobre nuestros jugadores. Y Australia al jugar en tierra sí que daba favoritismo a España y eso también podía suponer presión para el equipo. Lo viví como periodista, viví la victoria de Hewitt en un partido muy duro con Costa. Tras el primer punto de eliminatoria de los australianos, hubo una reunión de la ITF en la que se dijo que el público español era ‘partisano’, muy apasionado, y llegó a flotar en el aire la posibilidad de estudiar sanción al público, que derivara en punto en contra de España en esa final. Hubo un silencio en todo el pabellón en el siguiente encuentro cuando Rafter se colocó 4-0 ante Ferrero, que fue mera coincidencia y también un susto gordísimo. Se tambaleó el favoritismo.
3. Sinceramente, cuando ganamos el dobles, por matemáticas y por ambiente de equipo y público. Tuvimos la suerte de que el doble australiano no pudo contar con uno de los Woodies, por cuestión personal.
4. Se dieron todas las circunstancias, empezando por lo ya comentado de jugar en casa y sobre tierra todas las eliminatorias. La historia pedía una victoria española, también. Una hazaña histórica para el deporte español. A partir de ese año, España se lo empieza a creer: fuimos campeones del mundo, de la Davis.
5. Una sola cosa: el increíble ambiente del pabellón Sant Jordi, incluso el numeroso público australiano. El ambiente que se llegó a crear fue impresionante. La celebración de los jugadores, como tema personal nunca olvidaré el abrazo que me dio Javier Duarte (Dudu) en la discoteca, y el baile de los jugadores en la pista a ritmo de ‘I will survive’, con Álex Corretja cantándola”.