DAVID CREUS CARRASCO
Más tenis que contar.
Cuando uno se decide enseñar tenis, nunca se imaginara con la de intereses que tendrá que combatir. No creo que mi deporte sea diferente al resto de deportes juveniles, pero conozco el mío. El que llevo en la sangre día sí y día también y de el hablo.
Tengo 43 años, no recuerdo los que estuve sin una raqueta en las manos, gracias a mis padres que me la presentaron muy pronto y nunca tendré bastantes agradecimientos hacia ellos, en un principio era para divertirme sin más.
Poco a poco esa manera de divertirme o bien contra una pared de frontón o bien en las clases que me daban se fue convirtiendo en una parte necesaria en mi vida. Parecía que no lo hacía mal y a eso me dedique. A ser tenista.
Cuando miraba mi vitrina de trofeos conseguidos como jugador no me venía ningún tipo de melancolía, al final fue una lucha con mi madre por ver quién era el que tenía que quitarles el polvo. Hasta que decidí regalarlas a mis alumnos de una escuela y otra. El ver sus caras cuando se las regalaba, me hacía ver que ese trofeo era más que el simple torneo que en una época de mi vida había ganado. Fue en ese instante cuando me di cuenta que la enseñanza era mi destino. O al menos era aquello que mi corazón me decía que hacia mejor.
Con el tiempo y muchas caídas fui descubriendo aquello que mientras alternaba entrenos, clases y torneos, tanto mis padres como entrenador me cubrían para mi tranquilidad. Es todo aquello que mueve realmente este deporte de la raqueta, envidias, ansiedades paternas, prisas mal entendidas y un largo etc, de incongruentes irrealidades, del que algunos descontrolados descerebrados hacen al niño/a receptor. Se llama frustraciones de uno cuando depositamos extremadas o prematuras esperanzas en nuestros hijos, por golpear bien una pelota de tenis o chutar un balón, o encestar de seis veinticinco en un buen día. Ese día, y en ocasiones asesorados por malos Monitores de tenis, o entrenadores, llámense como quieran, dejamos de verlos como niños/as para ver tenistas., mientras rompemos la cuerda de la paciencia y buen desarrollo del mismo niño/a hacia lo que es la persona, no el tenista. Eso solo ellos si se les presenta la oportunidad serán los que deban decidirlo.
Una vez mi etapa de jugador se fundió en mi propio olvido, me propuse ser un buen entrenador, un entrenador que comprendiera a sus alumnos, con lo que ello iba a suponer para mí.
Me equivoque una y otra vez al tiempo que aprendía una y otra vez de esos errores, hasta descubrir con esos errores, que no lo dudo aun cometo, que en esto del tenis, siempre se aprende, que nada esta enseñado, solo algunas cosas están aprendidas. Por eso es tan maravillosa la enseñanza, porque nos hace cada día un poquito más pequeños de lo que somos.
Con 18 años fui responsable de mi primera escuela de tenis, «Tenis Palau», los locos de ese club confiaron en mí para empezar a caminar por formar una escuela de tenis. Antes de ir a la dichosa mili, conseguimos un buen equipo de ilusionados que la escuela caminara solita, con lo cual el gusanito de que sería Monitor toda la vida empezó a correr por mis adentros, hasta la fecha de hoy.
Luego me forme en colegios, era una rama por descubrir, me dieron la oportunidad, tres años de formación por colegios antes de regresar a las pistas en un club de los llamados grandes. 3000 socios era el caso de este, parece ser que la grandeza de los clubes, se mide por el número de socios, pero que nadie diga que esos socios tal vez son por la instalación, eso silencio absoluto. Omitíamos que cien niños en un club de 100 socios con 5 pistas era un pequeño fracaso, pero eso sí, los números cuadraban.
Aquí fue cuando empecé pelearme con los números y responsables de contármelos, y visto el funcionamiento actual de las escuelas de tenis, mi vida como Monitor de tenis la gestione fatal. Siempre priorice mi palabra de que las escuelas funcionarían a cambio de que los niños tuvieran acceso a un deporte hasta la fecha catalogado como extremadamente caro, o bien para ricos. Y no siempre la palabra se respeta. Me siento afortunado de que mis objetivos siempre los acabe realizando. Tal vez por ello dicen las malas lenguas que soy bueno dentro la pista y no tanto fuera. Pero como decía mi abuelo, estoy demasiado agotado para explicar a cada uno alguna que otra conversación que se omite. Viva la vida y disfrutemos de ello y nuestras conciencias.
Me niego a creer que en la actualidad el tenis solo es para ricos, en mi caso lo deje por precisamente no tener el dinero suficiente para mis viajes, ni abuelo que me patrocinara como merecía mi tenis. Eso creo que marco que yo no permita que un niño que quiera entrenar conmigo no lo haga por dinero.
Tal vez por eso fui siempre un indisciplinado trabajador de club. Escuche conversaciones de despacho de grandes llamados gestores y entrenadores, que hacían que mi rostro cambiara por completo. Y no hablare de mi federación, «La Catalana», mande quien mande, es siempre igual, vendemos lo que no hacemos mientras hacemos lo que nos da la gana. Olvidando siempre al niño que simplemente desea jugar al tenis. Aunque utilicen todo el arsenal publicitario para vender un producto invisible.
Durante un tiempo me puse a su disposición de forma gratuita por si podía colaborar en abaratar y ayudar a las escuelas de tenis, fue una colaboración entre mi ordenador y yo mismo, jamás tuve respuesta a ningún correo enviado, eso se me hace difícil de olvidar.
Ahora Llega mi hora de sentirme formado, mi curso solo ha durado más de 30 años, no quiero ni pensar lo que me costaría si lo organizara la estimada federación de turno. En mi caso hace cuatro días que descubrí que igual para esto valgo.
Curiosamente a trabes de una propuesta que recibí, me di cuenta de que si para un trabajo concreto se contaba conmigo era porque tal vez lo valía. En esa reflexión personal de estos días en que mi cabeza no para de dialogar conmigo, me convencido que estoy capacitado para Colegios, Mini-Tenis, Base, competición Juvenil, no tan Juvenil, incluso en la formación de Monitores, clases de Adultos, unido alguna que otra charla de tenis, para finalizar en la gestión completa de una escuela de tenis. Consciente de que todo pasa por conocer las entrañas de donde uno trabaja y su realidad, una realidad que jamás te contaran en la primera reunión que uno tiene para ser contratado.
Ahora es cuando me doy cuenta de que lo que estado haciendo durante más de 30 años es formarme como entrenador y persona para comprender lo que supone ser un Monitor de tenis. Un Monitor que después de estos años, sigue como empezó, convencido de que se puede enseñar tenis a todos los niños que lo desean. Aunque para ello uno deba poner una y otra vez la mejilla y luego contar a los alumnos que esta roja por el frio que hace, y sonreír mientras lanza pelotas una y otra vez porque es lo que mejor se le da.
Llega la Navidad, una navidad mas, muchos niños pedirán sus nuevos raqueteros, zapatillas como las de sus ídolos, los papas pedirán posiblemente victorias, alejando que lo único que desean es que su hijo se divierta jugando al tenis. Los responsables de clubes pedirán la paz para el mundo cuando en algunas ocasiones sus clubes son verdaderos campos de minas, con 3000 socios eso sí o incluso muchos menos. Y los Monitores de Tenis seguiremos pensando que lo que nos hace seguir enseñando tenis se llama vocación, que lo que verdaderamente nos vale, es ver la sonrisa de los más peques, o emocionarte cuando un enano se te acerca y te sonríe con un apretón de manos de personita mayor mientras te desea felices fiestas es algo muy grande que se gana precisamente tirando bolitas de tenis. El día que eso no sea prioritario, recomiendo a quien desee enseñar este deporte del tenis, no lo haga. Y no me olvido de las magnificas felicitaciones que nos llegaran de las federaciones contando que Papa-Noel existe, en alguna que otra campaña que haga olvidar la gestión por unos días de algunos que me permito llamar desastrosos gestores.
Me llega tarde la lucidez de esos Monitores que desean vender las victorias como suyas y sus escuelas y las derrotas del estado de los niños ese día. El nombre amarrado a un trofeo que un día en algún torneo se gano con el bajo el brazo se vende tenis.
Ahora este Monitor de Tenis ya no sabe hacerlo, ese trofeo con el que podía hacerlo, se lo regale algún enano de alguna escuela en la que estuve que toco su diana pertinente. Soy afortunado, mi último jefe, no vende su nombre, vende su trabajo, pues fui afortunado de haberlo visto con mis propios ojos y aunque se le eche de menos, mi promesa de formar una escuela donde todo cuadrara se ha conseguido en un tiempo no esperado.
Todo Gracias a un grupo de Monitores, Tirso, David, que comprendieron como debíamos enseñar tenis a los niños. Unido a unos padres que confiaron en que seriamos capaces de enseñar a sus hijos a divertirse con una raqueta y pelota, utilizando la sonrisa de esos niños como una herramienta de reconocimiento de nuestro trabajo, utilizando un sistema que ahora y espero que durante mucho tiempo se sepa aplicar en la escuela Julián Alonso de Canet de Mar.
Hacía mucho tiempo que no me sentaba a escribir sobre tenis, mas allá de mi frase matinal en facebook, y respuestas a comentarios o consultas que me hacen algunos que piensan que puedo ayudarles con temas de tenis. si ahora lo hago, es para desear a todos un poquito de paciencia con aquellos niños que desean ser tenistas, y solicitar que primero les dejéis ser personas. Y me dirijo tanto a Monitores, entrenadores, padres, madres, clubes, federaciones, y a todo aquel que de alguna manera está relacionado con este maravilloso deporte del tenis.
Yo me siento más que orgulloso de que un día fuera ese jugador de Tenis que supo dar la espalda a mi vitrina de trofeos y los regalara a los niños. Con ello descubrí que enseñar es mucho más complejo que enfrentarse a cualquier rival con los que había jugado. Los niños y no tan niños son el mayor rival al que uno se puede enfrentar, la victoria de uno es que aprendan con la sonrisa como primera regla de este deporte.