BRUNO BERGARECHE 22/10/11
Siempre existirá el eterno debate entre aficionados al deporte sobre la eficacia/necesidad del juego bonito. Lo más importante es ganar, al final solo cuenta el resultado…, no les quito la razón pero también pregunto por qué se enamora uno de pequeño del deporte. La respuesta es que lo practicamos por diversión, que contábamos los días hasta el sábado para jugar al fútbol, tenis, o lo que fuese, y muchos aún lo hacemos. Por eso quedan en la recámara los jugadores que nos hicieron disfrutar, más que los que fueron efectivos.
La ciencia es necesaria, busca la exactitud y solo existe una respuesta correcta. El arte es interpretable y se puede afrontar desde diversos ángulos. Y por eso nos fascina mucho más. Nos llama la atención la creatividad y la originalidad porque son cosas que no se pueden entrenar, por mucho que lo intentemos no podremos hacer lo que hace el iluminado. Por eso un tipo como Gastón Gaudio ha dejado huella en el tenis, aunque los datos históricos no lo reflejen como tal, pero el tema es que el arte no se puede medir en números.
Gaudio es el prototipo de genio, aquellas figuras que se alejan de la constancia pero que pagas por verlos porque sabes que de vez en vez son capaces de ofrecer algo que nadie puede. En cuanto a talento se refiere, el argentino es el jugador con más ‘don de Dios’ que ha pasado por las canchas desde los años 90. Un tipo transparente, que siempre se mostró tal como era. Esto le metió en muchos problemas pero a la larga el aficionado ha sabido apreciar su honestidad. Demostró lo importante que era el aspecto mental en el tenis, había días que sufría en la pista y desde el sofá en casa lo pasabas igual de mal porque es un jugador que te transmite sensaciones. Podría haber pasado por el tenis sin dejar huella pero un 6 de mayo de 2004 supo convertir su magia en eficacia. Ese día jugó una de las finales más memorables en la historia del tenis. Lo hacía sobre la tierra batida de la Philippe Chatrier y en juego estaba nada más y nada menos que el título de Roland Garros. Al otro lado de la red se encontraba Guillermo Coria, rey de la tierra por aquel entonces y un tipo con el que había tenido algún que otro enfrentamiento verbal. Si alguien quiere saber cómo es Gastón Gaudio se le puede resumir en esa final. Estuvo dos sets a cero abajo e incluso se enfrento a dos bolas de campeonato en el quinto. Sufrió, tuvo altibajos mentales y mostró su genio con la raqueta. Al final ganó 0-6, 3-6, 6-4, 6-1 y 8-6, un resultado que solamente podría firmar ‘el gato’. (Vídeo Final Roland Garros 2004, Gaudio-Coria)
Muchos criticarán su actitud o dirán que en días no aparecía sobre la pista pero tenemos que estar agradecidos. Personalmente yo le doy las gracias por haber sido como ha sido. Por ese revés a una mano, por esas dejadas, por esa capacidad de ganar a cualquiera pero también de perder con cualquiera. No soy resultadista, no quiero pasar dos horas viendo pasar bolas sin arriesgar, quiero entretenerme y nadie me ha dado ese placer como Gastón. Muchas gracias crack por esas tardes frente al televisor.