Hemos elaborado este reportaje para conocer por boca de veinte ilustres tenistas de cuatro naciones cuáles son, para ellos, sus mejores raquetas de la historia.
Desde que se inició el trabajo, lamentablemente, hemos sufrido dos grandes pérdidas, las de Manolo Santana y William ‘Pato’ Álvarez, por lo que este reportaje se publica en memoria de ambos.
Hay una coincidencia en la raqueta preferida para doce de los veinte intervinientes. Se trata de la Dunlop Maxply de madera; no en vano, este modelo del sello británico mantuvo su hegemonía -en ocasiones compartida con la hermana Slazenger Challenge Nº 1 y con la norteamericana Wilson Jack Kramer- a lo largo de cuatro décadas.
En total, la selección personal de estos jugadores se eleva a 40 modelos de 17 marcas: Head y Wilson (6), Prince (5), Adidas (4), Fischer y Slazenger (3), Babolat y Dunlop (2), y Antelop, Donnay, Kneissl, Lacoste, Pro-Kennex, Reno, Snauwaert, Völkl y Yonex.
Debido a lo amplio del reportaje, en La Web del Tenis lo hemos dividido en cuatro entregas -de cinco jugadores- semanales. Así ha sido la selección de los cinco tenistas de esta segunda parte:
Jordi Arrese
Llegó al 23º puesto del ranking ATP en 1991. Ostenta 6 títulos ATP, entre 1990 y 1993, incluido Madrid en 1991; y 4 títulos de dobles. Logró la medalla de plata en los J.J.O.O. Barcelona 1992. Disputó 2 series de Copa Davis, con 2 victorias individuales, entre 1989 y 1992. Como capitán, fue ganador de la Copa Davis en 2004.
“La Dunlop Maxply, con la que empecé, y la Slazenger Challenge número 1, con la que acabé. Para la época, madera y con cuerdas de tripa, eran muy parecidas y lo mejor de entonces, al menos para mi gusto y en Europa.
Para la mí, la mejor fue la Kneissl White Star Pro Masters de grafito, y creo que kevlar, mucho más flexible, incluso que ahora; luego imitada por la Adidas de Lendl. Cogía buen efecto y despedía bien.
Y, ya de futuro, la Babolat Pure Drive de Moyá, que yo diría que constituía dopping de raquetas (se ríe), porque para los que mueven bien la cabeza coge más efectos y velocidad que ninguna, y la tendencia hasta hoy es esa. Me hubiese gustado que en mi época la hubiese podido usar, para mi estilo de juego no había nada igual. Al final, la acabé pidiendo para dar las clases”.
Juan Bautista Avendaño
Fue 71º del ranking ATP en 1982. Ganador de la Copa Davis como capitán en 2000 y en 2004. También ejerció la capitanía del equipo español entre 1993 y 1995.
“Por orden, la primera raqueta favorita sería la que me regaló mi madre por sacar buenas notas en el colegio, y que no me acuerdo de la marca. Era de madera y el mero hecho de tenerla me hacía ver que era muy buena. Creo que no llegué a jugar ningún torneo con ella, pues era muy pequeño.
Después, la Dunlop Maxply, que fue mi primera raqueta para competir en torneos nacionales. Había muy pocos modelos de raquetas y la Maxply era de las más conocidas, yo no tenía conocimientos como para saber si era buena o mala, pero tampoco tenía opción de elegir.
Y, por último, la Adidas Ivan Lendl, que supuso mi primer contrato. Era de las primeras que no eran de madera, ésta llevaba kevlar – o eso decían-, y despedía mucho más que las de madera, y por eso ya te parecía muy buena.
No obstante, para mí, casi todas las raquetas son buenas, sobre todo hoy en día. Lo que marca la diferencia es el jugador que las usa”.
Tomás Carbonell

Fue 40º ATP en 1996 (22º en dobles en 1995). Tiene 2 títulos ATP en 1992 y 1996, y 22 de dobles entre 1981 y 2001. Ganador de la World Team Cup de 1997 y de dobles mixtos de Roland Garros con Virginia Ruano en 2001. Disputó 5 series de Copa Davis, con 4 victorias (3 en dobles), entre 1991 y 1996.
“Empezaría por la Prince Graphite Mid Size 90, pues me metí en el top 100 ATP con ella, ya en época de profesionalismo. Sería justo al empezar en esta época, dejando atrás la madera, en cuyo caso, destacaría la Donnay Borg Pro, que la tengo especial cariño porque gané con ella el Manuel Alonso en 1982, y me di cuenta de que podía ir bien en el tenis.
La Prince fue la primera en época junior, donde fui número 1 del mundo junior de dobles y 3 de individual, quizás entre 1986 y final de esta década.
Ya con 24 o 25 años, la raqueta que mejor me ha ido, la que diría que es la raqueta de mi vida es la Slazenger Phantom (de grafito, relativamente parecida a la Silouette de Arantxa). Después de haber firmado con Dunlop y no me iba muy bien, encontré una caja con la Slazenger en un rincón de las dependencias de la misma compañía, y fue amor a primera vista. Al tocar tres bolas, dije esta la mía.
Y, por último, con la que acabé mi carrera, acabó conmigo y yo con ella (se ríe), la Fischer Pro 98 (que llevó Kafelnikov), entre 1994 y 2001, aproximadamente, Me tuve que hacer a ella, me costó un poco adaptarme. Tenía la particularidad de que era más corta y tuve que cambiar los grips para alcanzar la longitud normal, digamos. Me adapté bien, porque la marca era espectacular y trataba a los jugadores muy bien, todo era preciso y la fábrica era impecable”.
José Edison Mandarino

Fue 81º ATP en 1975. Logró 1 título ATP de dobles en 1971. Compitió en 46 eliminatorias de Copa Davis, con 68 partidos ganados (41 individuales y 27 en dobles), entre 1961 y 1976. Forma parte de la mejor pareja de dobles de la historia de Brasil, junto al más laureado jugador brasileño en Davis, Tomas Koch.
“Durante mi época profesional, mis tres marcas de raquetas preferidas fueron la Dunlop Maxply, la Snauwaert Brian Gotfried y, por último, la ProKennex. Lo fueron porque creí, entonces, que eran las que mejor se adaptaban a mi estilo de juego.
La elección de la Dunlop Maxply fue porque en ese momento me sentí influenciado por el que para mí ha sido el jugador más completo de la historia, Rod Laver, ganador en dos ocasiones del grand slam, una como amateur y otro cuando ya éramos profesionales. También porque era una raqueta muy elástica y desde el primer día que la probé, me adapté inmediatamente a ella.
Luego me pasé a la Snauwaert y, finalmente, terminé mis días tenísticos con la ProKennex de fibra, raqueta que también me hizo ganar varios títulos.
En nuestra época los modelos cambiaban de un año para otro, era tremendo, quitando la Dunlop Maxply, la Slazenger Challenge o la Wilson Jack Kramer, que duraban años y años con el mismo modelo, los otros cambiaban, incluso a veces, siendo la misma raqueta, la pintaban diferente y la ponían otro nombre, o sea que el cambio era tremendo (se ríe).
Quiero creer que la ProKennex Black Ace era de grafito ya. Estos avances nos beneficiaban en la potencia, lógicamente.
Hoy en día, no se puede comparar una raqueta de materiales modernos con la madera, entonces sacábamos a 120 km/h, y ahora se está sacando a 220 km/h, o sea que la diferencia ha sido bestial”.
Ana Salas
Ha sido número 1 del mundo sénior en 2014 y 2015 (+40) y en 2017 (+45). Número 8 del ranking ITF +50. Ostenta 33 títulos ITF sénior logrados entre 2011 y 2021, entre ellos los campeonatos del mundo de 2017 y 2015, y el mundial de dobles de 2016.
“La primera que diría como favorita es la Head Prestige 660 (100% grafito). Los jugadores top de la época llevaban la 600, de cabeza más pequeña. La utilicé entre 1992 y 2000, creo que fueron como 7 u 8 temporadas, y era el ejemplo de equilibrio entre control y lo que despedía, con número alto de cuerdas, y que ayudaba a mi tenis liftado.
De esta raqueta, dejaron de hacer el modelo y probé hasta quince modelos diferentes, pero nada.
Entonces apareció la que me enamoró al primer momento, la Fischer Pro Number One, casi 100% grafito, que tenía extra de velocidad y mi golpe empezó a correr mucho más, despedía mucho y mantenía el control. Su cabeza era un pelín más pequeña y con menos cuerdas, algo más ligera de peso y, con ella, la bola me corría mucho más. Jugué dos temporadas con la Fischer, tuve contrato para material gracias a Tomás Carbonell, fue de 2002 a 2004, más o menos.
Luego Fischer desapareció, ya me quedaba sin material y, jugando un WTA, me dejaron la Wilson K-Tour (que llevaba Justine Henin, entre otras) con cabeza de 95. Yo tenía ranking alto WTA, aunque estaba ya de vuelta, pero me dio más potencia, me corría aún más la bola y podía liftar muchísimo con más control y potencia. La usé desde 2005 a 2009 y con esta tuve mi mejor época; me ayudó mucho.
Para finalizar, si me permites, voy a añadir otra Wilson, la Blade 104 (de cabeza), que usaba Serena Williams, con la que he vuelto a la medida de mis orígenes, y con la que estoy jugando toda mi etapa de veteranos, desde que empecé a ganar los mundiales en 2009 y 2010 hasta hoy. Me ha dado mucho confort en estos tiempos, manteniendo alto control y efecto”.