BRUNO BERGARECHE SANS
Cada torneo tiene su derecho a invitar a los jugadores que les plazca y por los motivos que crean convenientes. Pero el sistema utilizado en los cuatro grandes no parece el más justo, aún más teniendo en cuenta que se invitan a ocho jugadores.
La cuestión es que hay una desigualdad de poder entre las naciones que albergan los grandes y los demás, y aún más entre Francia, Estados Unidos y Australia, debido a los acuerdos entre las mismas para asegurarse un Wild Card para un jugador de su nación en el Grand Slam de los otros países. Es decir, un francés recibe una invitación en el US Open y en el Open de Australia, un americano en Roland Garros y el Open de Australia y un australiano en Roland Garros y el US Open.
El Wild Card debería ser una invitación para una joven promesa, para darle un empujón en sus inicios, para un jugador local al que le está costando consolidarse entre la élite y para una gran figura que intenta reconducir su carrera. Pero, como en cualquier ámbito profesional, los enchufes y las influencias deciden por encima de cualquier otra cosa. Por ejemplo, en Roland Garros en el cuadro masculino los invitados son: Marc Gicquel (francés), Alex Kuznetsov (americano), Nicolas Mahut (francés), Adrian Mannarino (francés), Nick Kyrgios (australiano), Gael Monfils (francés), Lucas Pouille (francés) y Florent Serra (francés). En el femenino: Ashleigh Barty (australiana), Claire Feuerstein (francesa), Stéphanie Foretz-Gacon (francesa), Caroline Garcia (francesa), Irena Pavlovic (francesa), Virginie Razzano (francesa), Aravane Rezai (francesa) y Shelby Rogers (americana).
Jugadores como Kyrgios, que es el número 1 del mundo en juniors, Pouille, que es una joven promesa francesa o Monfils, que es un jugador de primer nivel, se comprenden. Pero ejemplos como Serra, Mannarino y Gicquel, que llevan años en el circuito y si no han entrado directamente es porque han demostrado, a pesar de las oportunidades, no tener el nivel para competir en el primer escalón del tenis mundial. Y el problema no es que se inviten jugadores locales sino que se abuse, el sistema ideal sería de 50% de jugadores nacionales y el otro 50% compuesto por jóvenes promesas, independientemente de su nacionalidad, y casos como el de Monfils, que está volviendo de una lesión.
El caso más flagrante, y por el cual nace la idea de este artículo, es el de Andrea Petkovic. La alemana lleva más de un año sufriendo lesiones de espalda, tobillo y rodilla y esta temporada ha iniciado su camino de vuelta. Ha llegado a estar entre las diez primeras raquetas del mundo y en su última aparición en Roland Garros llegó a los cuartos de final, ¿qué más se puede hacer para ganarse una invitación? Es más, si los directores del torneo lo mirasen desde un punto de vista económico (dándoles el beneficio de la duda y suponiendo que sus decisiones son meramente deportivas), Petkovic es una jugadora que asegura espectáculo por su forma de ser y manera de comportarse sobre la pista y ahí donde juega siempre atrae interés.
Mientras las federaciones más importantes sigan aumentando su poder estas cosas no cambiarán, y en las primeras rondas de grandes se seguirán viendo a jugadores que simplemente rellenan el cuadro. Cuando lo que de verdad quiere el aficionado es ver a los mejores y, con un poco de suerte, un cuento de hadas como el de Ivanisevic cuando ganó Wimbledon siendo un Wild Card.