Dada la extensión y desarrollo de este reportaje, hemos decidido publicarlo en tres entregas: el artículo como tal, las entrevistas de Björn y Leo Borg y las opiniones de cuatro experimentados colegas de televisión.
Goyo Ybort ha elaborado este artículo-entrevista para La Web del Tenis y la revista Grand Slam de Tenis con ánimo de conmemorar ciertos aniversarios redondos en la carrera deportiva de Björn Borg, justo ahora que su hijo menor Leo se hace sitio en el ranking mundial junior -como hizo el padre medio siglo antes-, y que ambos han frecuentado España, Mallorca y Marbella.
Björn Borg, cuya traducción literal de nombre y apellido sueco sería oso y castillo (o torre), eclosionó en el panorama del tenis, siendo cadete, con su primera victoria en la Orange Bowl sub-16 de 1971.
Leo Borg llama la atención en el circuito cuando consigue su primer título ITF Junior en Tel Aviv a finales de 2019, con 16 años de edad, y que ratifica con dos triunfos más en esa misma categoría, ya en 2021 y con 17 años: San José (Costa Rica) y Porto Alegre (Brasil), este último era un J1 y el primero sobre tierra batida.
Antes del reciente paso por Marbella, Leo y Björn habían recalado en la Rafa Nadal Academy en más de una ocasión. Fue, inicialmente, en 2019 cuando el pequeño Borg aterrizó junto a su progenitor en Manacor, para repetir experiencia -tras las restricciones por Covid-19- en julio de 2020 y ejercitarse con el equipo técnico que capitanea Toni Nadal.

Björn reconoció que “el nivel de entrenamiento en la academia es muy bueno y creo que están haciendo un gran trabajo. Por este motivo mi hijo ha venido a jugar aquí, estoy muy satisfecho por ello y espero que otros muchos vengan en el futuro porque la academia es muy buena”.
El junior sueco, con 18 años cumplidos el 15 de mayo, tiene previsto volver a entrenar en Baleares esta misma campaña. Leo ha llegado a ser número 12 del mundo en junior a mediados de marzo, y finalizó abril en la posición 18ª.
Pero, volviendo a su padre, el del arranque de 1971 no constituye único aniversario en estos tiempos, pues ahora se cumplen 40 años de su sexto y último Roland Garros y también de su última semana como número 1 del mundo.
Ya menos relevante, sería el trigésimo aniversario del breve y desafortunado retorno a las pistas, en la primavera de 1991, y los recordatorios del paso de Björn Borg por torneos-exhibición de leyendas en nuestro país, como el de junio de 1994 para inaugurar la pista de hierba del Real Club de Tenis López Maeso de Madrid, junto al titular de la entidad, Santana, Vilas, Clerc y Nastase; el Masters Senior Comunidad de Madrid, en el Palacio de los Deportes capitalino en las primaveras de 2007 y 2008 -con Ivanisevic, McEnroe, Wilander, Stich, Albert Costa y Bruguera, Courier, Becker o ‘Pato’ Clavet-; o el Marbella Masters de Puente Romano en agosto de 2011, con Pat Cash, Mansour Bahrami, Ronald Agenor y Younes El Aynaoui.

Hasta su temprana despedida, Björn fue principal protagonista de la historia del tenis moderno, concentrando sus 66 títulos ATP entre 1974 y 1981 -a los que añadir 4 más de dobles (por ejemplo, Barcelona junto a Vilas en 1975)-, y 30 finales más (3 de ellas de dobles) entre 1972 y 1981. Más recientemente y como capitán del equipo europeo, ha sido ganador de la Laver Cup en 2017, 2018 y 2019.
El icónico tenista escandinavo, para la mayoría revolucionario del tenis, apodado ‘IceBorg’ por su aparente frialdad en pista o ‘el quinto Beatle’, y generador de la ‘Borgmanía’ porque su fama trascendía los rectángulos de juego; fue capaz de ganar once grandes, seis veces sobre la tierra de Paris, cinco sobre la hierba de Londres, dos veces bajo techo y sobre moqueta en la copa de maestros, y también una Copa Davis en 1975, en cuyos tres partidos de la final (uno de dobles), que Suecia ganó 3-2 a Checoslovaquia, Björn -con 19 años de edad- no cedió un solo set.
Pero si 1971 marcó la irrupción del jugador, hay otras temporadas a considerar seriamente, como la del año siguiente (1972), cuando se adjudicó la Orange Bowl sub-18, en la que protagonizó el más temprano debut en la historia de la Copa Davis, ganando sus dos partidos individuales ante Nueva Zelanda (el primero ante el número 9 del mundo y subcampeón del Open de Australia al año siguiente), todo ello con sólo 15 años de edad; y se anotó su primer Wimbledon, pero como junior y con 16 años recién cumplidos.
Fue en 1977 cuando el deportista de Estocolmo más se prodigó en las pistas españolas, pues triunfó en Madrid y Barcelona (donde ya había vencido en otro torneo dos años antes); en la misma campaña en que alcanzó, en pleno verano, su primera semana como número 1 del mundo. Algo que acabó extendiendo a 109 semanas.

Borg sumó triunfos en indoor, como Sao Paulo o Londres, en tierra, como Boston, Bastad, Roland Garros o Roma; y en hierba, como Adelaida o Auckland, en 1978, año en que cumplía la mayoría de edad el 6 de junio (3 días después -y 30 años antes- que Nadal).
En su exitosa campaña final de 1981, Björn -con 25 años- sumó sus últimos grandes títulos sobre la tierra batida de Ginebra y Stuttgart y el mencionado sexto Roland Garros, pero también accedió a las finales de Wimbledon (hierba) -casi definitiva en su adiós-, Open USA (dura) y Milan (moqueta indoor).
Y así, prácticamente, se despedía un número 1 mundial tremendamente potente y polifacético, que sorprendió al viajar con entrenador (Lennart Bergelin, excampeón de dobles de Roland Garros y quien le convirtió en mago del inédito efecto liftado), también al jugar con una raqueta de madera Donnay All Wood, de empuñadura prolongada para su singular revés a dos manos, que popularizó sin límites; y al convertirse en cotizada imagen de varias marcas.
Se alejaba de la competición, aquel bautizado ‘IceBorg’, en similitud a un iceberg por su impertérrito comportamiento en competición, cuyo apodo de fábula tuvo su origen cuando, como él mismo contó: «Me suspendieron durante tres meses, cuando tenía 13 años, por mal comportamiento y no volví a abrir la boca porque quería jugar a tenis. No quería volver a ser suspendido. Como jugador llegas a frustrarte, quieres gritar pero debes mantenerlo dentro de ti. Probablemente, saber hacer eso fue uno de los puntos más fuertes de mi juego. Los otros jugadores no tenían idea de lo que sientes, tú simplemente sigues jugando».

Borg aún cabalgaría un poco más por las pistas, y deleitó con exhibiciones, pero la leyenda ya estaba escrita: encumbrado como mejor deportista de Suecia del siglo XX -así elegido por atletas- y como uno de los mejores -en el pleno sentido de la palabra- tenistas de toda la historia.