Ricardo Pablo Villanueva Senchuk, jugador veterano, entrenador nacional e ITF Coach y árbitro internacional (fue línea en la final de la Copa Davis 2000 en Barcelona) nacido en Cali (Colombia), pero afincado desde principios de los años ‘80 en Fuerteventura. Amante de asistir a cursos de entrenadores, conferencias y ponencias, especialmente en Gran Bretaña y Estados Unidos. Es delegado de la Federación Canaria de Tenis en Fuerteventura, y secretario del Villase C.D. (club de tenis fundado en 2000); también fue secretario técnico del Comité Organizador Juegos de las Islas en Tenis y formó parte del Comité Español de Árbitros de Tenis. Actuó como responsable de gestión de centros tenis de la cadena Iberotel en Baleares y Canarias, llegó a representar marcas deportivas y dirigir comercios especializados, es organizador de decenas de torneos, clinics y campamentos y ha formado parte de equipos de trabajo de tenistas ATP y WTA, asesorando a jugadores en su trayectoria deportiva. Hombre polifacético, posee, además, el título de entrenador nacional de baloncesto y la licencia de piloto privado; y practica atletismo en pruebas de resistencia.
¿Cuándo y por qué empezaste a jugar al tenis?
“Recuerdo que de pequeño, en Cali (Colombia), éramos socios de una maravillosa instalación, el Club de La Ribera, con multitud de actividades deportivas y sociales. Era un lugar donde lo pasaba muy bien. Las pistas eran de tierra batida. Mi padre jugaba al tenis y yo fui detrás de él, y con 8 o 9 años ya estaba en la escuela con mi ídolo y primer entrenador, el señor Gildardo”.
¿Qué te gusta recordar y transmitir de sus inicios y de tus éxitos o resultados?
“En el club, además de las horas de escuela y lo que jugaba con mi padre, los fines de semana me colaba de una pista a otra cuando la dejaban libre anticipadamente, e incluso me ofrecía para pelotear con adultos mientras llegaban sus contrincantes; disfrutaba abriendo los botes de bolas e inhalando ese particular olor al abrir los tubos presurizados, ese aroma y algún corte en los dedos me ha acompañado en toda mi vida, como jugador, entrenador o árbitro.
Recuerdo con mucho cariño los torneos sociales por categorías donde, pese a ser un niño y muy pequeño de estatura, me permitían jugar las categorías superiores y zurrar (se ríe) a algunos adultos. También recuerdo los campeonatos interclubes, los fantásticos encuentros intercolegiales (representando al colegio Colombo Británico), los departamentales…viajes, visitas a otros clubes y localidades; era como un juego.
En 1971 marché a estudiar con mi hermano Carlos a Boston (Estados Unidos), donde vivía mi abuela materna, a la cual visitábamos los veranos. Allí, solo, en otro ambiente, otro país, otra meteorología y otras rutinas diferentes a las que estaba acostumbrado en casa, y con unas costosas instalaciones de tenis con pistas duras que quedaban a traspié y no pudiendo costear los gastos, el tenis pasó a otro plano.
Pero, aparecieron multitud de atractivas novedades, oportunidades por vivir. El tiempo que invertía diariamente en ir al colegio (North Cambridge Catholic High School), que estaba en la otra punta de Boston, me permitió conocer gente y entrar en contacto con el basket del propio colegio que me atrajo y, físicamente, pasé de ser un rapidísimo renacuajo a un flaco espigado que superaba el 1,80 y ello me catapultó a practicarlo con empeño.
De regreso a España y habiendo admitido que no era un prometedor jugador, entré en un recién nacido Club Las Encinas de Boadilla del Monte (Madrid), del que mis padres eran socios, y allí jugué federado al baloncesto, compaginándolo con entrenamientos del equipo femenino. Paralelamente, competía en torneos sociales de tenis, en algunas previas para series de eventos internacionales y hacía torneos por península y Baleares durante el verano.
En esa época, estudiante, con España en pleno cambio político, hice buena amistad con muchísima gente que hoy aun mantengo, entre ellos Juan Francisco Arcones P. con quien estuve compartiendo mucho tiempo, baloncesto y tenis, incluso algún verano cuando vino a Fuerteventura para ayudarme, a principios de los ’80, a compaginar mi trabajo profesional con la competición interclubes en Alemania y eventos esporádicos en Grecia, Austria, etc.
Recuerdo que empecé a sufrir porque las uñas de los pies se me clavaban y unas antiguas y molestas lesiones aparecieron, y realicé una muy larga época de parada tenística competitiva y empecé una intensa formación del tenis, como entrenador, árbitro y en asesoría a jugadores en la competición. Ese tiempo fue importante para reflexionar sobre la tremenda dedicación guiada que necesita un jugador para llegar al deporte profesional, mucho talento, mucha capacidad de sufrimiento y mucho dinero. Ahora pienso que reconforta más crear jugadores para toda la vida que campeones temporales”.
¿Cómo ha sido y es tu labor al frente de las escuelas de tenis en Fuerteventura? ¿Objetivos y metas?
“Ahora, cuando la savia nueva, los jóvenes, abordan ciertos cometidos, miro atrás y el balance es extraordinario. A bote pronto y por los méritos en competición recuerdo a los hermanos Meis, Pascal y Sascha, Pablo Seijo, Iván González y otros que, con cierto nivel de tenis, dieron el salto a un incipiente pádel, pero, en general, entre la actividad en centros turísticos, escuelas municipales, diferentes asociaciones y clubs puedo decir que varios miles de alumnos han pasado por mi formación y eso conlleva mucha satisfacción. Eran críos, pero hoy algunos superan los cuarenta y tantos años, son padres de niños que empiezan, médicos, senadores, políticos de diferentes corrientes, que viven en diferentes naciones o regresaron a sus países, pero todos, todos, llevan un poco de mí y eso que me permitirá perpetuarme en el tiempo. Un estadio de plenitud.
El futuro es bueno, veo crecimiento, más clubes, más practicantes y aunque la isla es muy larga y ventosa y no somos un destino eminentemente tenístico, contamos con cerca de 250 pistas de tenis, la mayoría (+95%) emplazadas en centros turísticos, por lo cual podemos decir que el tenis en Fuerteventura es un complemento de los centros turísticos”.
¿Cuáles son las tareas más ilusionantes y gratificantes de ejercer como director de un torneo? ¿Y las más complicadas? ¿Y como delegado insular?
“En cuanto a la organización de torneos, lo ideal es preparar y anticiparse a todo lo quepueda ser necesario. Asegurarse de qué es lo que puede molestar al jugador y a su equipo, hasta el último detalle y más. Si el artista se siente bien, el espectáculo sale mejor, fluye y el retorno es óptimo.
Lo ilusionante es cuando un jugador o equipo te retroalimenta y te pide algo que puedes conceder y no pudiste anticipar. Lo complicado es cuando, estando en un evento de una categoría determinada, te piden servicios de Grand Slam. Siempre digo que hay quejas y quejas, pero evitarlas al final del evento, significa, que se ha alcanzado una excelente organización.
El delegado insular es una cosa diferente. Lo más ilusionante es mantener, sin intereses particulares, que la promoción y crecimiento del tenis sea una realidad. Ser un representante federativo significa mantener directrices acordadas e intentar implantarlas en tu zona de acción. Lo más complicado: inculcar que en las escuelas la pedagogía logre crear una amplia base de personas que se diviertan, sean felices, y sigan jugando al tenis toda la vida; y no en la obtención de campeones, porque ello deja mucha gente en el camino. Usando el argot taurino: desde la barrera, la corrida de toros se ve de otra forma.
Evidentemente, el tema presupuestario conlleva que en ocasiones no se comprendan ciertas decisiones o una aparente inactividad”.
¿A qué nivel se encuentra la organización de torneos internacionales y nacionales en Canarias?
“Hemos tenido varias fases de esplendor en las últimas décadas, con eventos por todas las islas, pero en los últimos años la competición internacional ha bajado sustancialmente. En 2019, si no me equivoco, el grueso de la actividad internacional se centró en Gran Canaria con 2 ITF femeninos, 1 ITF de hombres, los ITF Junior Tennis Europe sub-12, sub-14 y sub-18 y varios eventos del circuito ITF Beach Tennis en Gran Canaria, Fuerteventura y Tenerife. Además de los citados eventos consolidados, hay que sumar los ITF Senior de Puerto Colón, en Adeje (Tenerife), y el ITF Senior en el Club Conde Jackson de Las Palmas. En este 2020, lógicamente, se han alterado todos los calendarios por la Covid-19”.
¿Qué desearías que hubiera para el fomento y organización de torneos ITF o ATP Challenger en Fuerteventura o en Canarias?
“Se está haciendo mucho esfuerzo para poder mantener los que hay en marcha. La coyuntura económica y los requisitos establecidos para la organización de estos eventos lo hacen bastante difícil y el retorno de la inversión es muy cuestionable. Tenemos que concentrarnos en ampliar la base de jugadores, crear ilusión y poder incrementar la asistencia de público (en condiciones normales) a estos eventos y que los potenciales patrocinadores lo vean interesante. La ITF y la RFET deberían estudiar la posibilidad de poder celebrar eventos simultáneamente en la Península y Canarias durante algunas épocas del año”.
Si estuviera en tu mano, ¿de qué te gustaría dotar al tenis español, y/o canario, de futuro?
“Recuperar el atractivo de que la mujer se incorpore a la práctica del tenis. Recomendaría a que donde haya un practicante con una raqueta haya una licencia. Echo de menos los eventos de segunda y tercera categoría, hay que conectar con esa gran masa de practicantes habituales no federados que no son profesionales, ni estrellas. Es bastante evidente que en nuestro país cada club o asociación deportiva privada o municipal realiza de forma habitual muchísima competición recreacional, que no son eventos federados ni requieren el trámite de la licencia. ¿Quién gana? ¿quién pierde? Menos de 90.000 licencias es una pena, si miráramos las cifras de otros países europeos donde se superan los 3, 4, e incluso en algún momento se rozan los 5 millones, veríamos porque es tan complicado crear una sinergia de masa productiva. Tenemos que reflexionar”.
¿Qué supone la organización de eventos internacionales o nacionales en Fuerteventura? ¿Cómo pueden influir en el entorno, en los más jóvenes tenistas y en los aficionados?
“Realizar esporádicamente un evento es costoso pero sencillo, pero no compensa el retorno o al menos es muy difícil de cuantificar, creo que sería más eficaz trazar un plan general que afecte a toda Canarias, con una duración de entre 3 y 5 años, con un seguimiento profesional para valorar los mercados y realizando todas las acciones necesarias para que al final del periplo sea el mundo del tenis el que mire a Canarias. Tenemos todas las herramientas necesarias, centros con instalaciones muy competitivas -casi de alto rendimiento-, otras mejorables con muy poco trabajo, una magnifica climatología que nos acompaña todo el año, una amplia y variopinta oferta de alojamientos y de expertos turísticos en cualquier mercado, un equipo humano especializado conocedor de las exquisiteces del mundo del tenis y, con todo esto bien empaquetado, se crearía un gran atractivo para nuestro principal motor económico y tejido empresarial. Por tanto, es cuestión de generar una imagen común, realizar un concienzudo proyecto y ponerlo en marcha creando una corriente de circunstancias en la que todos se beneficien”.
¿El tenis es un deporte clásico o admite variables para ganar como espectáculo?
“Es un deporte centenario, pero siempre se puede jugar con alguna variante para que, sin desvirtuar la esencia, se puedan adaptar cambios que creo deberían ir enfocados en la reducción de la duración de los partidos”.
¿Puedes ordenar fuerza física, fuerza mental y calidad técnica?
“¡Uf! Depende de la fase del aprendizaje en la que se encuentre el atleta, pero si tuviese que generalizar diría: técnica y fortaleza mental y físico”.
¿Cuáles son las condiciones que ha de reunir un jugador-a actual para estar en lo más alto?
“Talento, gran capacidad de sufrimiento y recursos económicos. También, claro, ayuda profesional, tutores inteligentes y suerte con las lesiones”.
¿Tu golpe favorito de ver (de quién)? ¿Y tu golpe favorito de ejecutar?
“El servicio de Federer. Cualquiera que me permita ganar el último punto”.
¿Con qué jugador de la historia te hubiera gustado echar un buen peloteo? ¿Por qué?
“Con Mats Wilander. Para mí era un referente, porque era muy elegante. Había gente que me decía que teníamos algunas similitudes y me encantaba. Tampoco descarto encontrarme un día con él en una pista”.
¿Qué sentiste cuando se fueron suspendiendo los grandes torneos a raíz de la pandemia por Covid-19?
“Era una situación muy extraña, no tenía toda la información pero a medida que caían grandes eventos a nivel europeo, olimpiadas, etcétera; me di cuenta del calado de lo que estaba en marcha y pensé en el miedo, incertidumbre, lástima e impotencia por la que estarían pasando los organizadores, al traste con millones de ilusiones y todo lo que conlleva posteriormente; y, aunque hay seguros, este asunto perjudica enormemente a todos lo que amamos el tenis”.
Si dependiera de ti, ¿cómo salvarías la temporada 2020? ¿Cómo organizarías el calendario hasta diciembre para favorecer a la mayoría de jugadores-as?
“La verdad no lo sé, hay tanta incertidumbre y mientras unos se reactivan otros están entrando y otros esperan la próxima oleada, en fin, máxima precaución, programar a medio-corto plazo es muy complicado y el tiempo sigue pasando y todo se aprieta más y más. Es muy complicado”.
¿Qué obra te gustaría poder hacer para ayudar a personas desfavorecidas o necesitadas?
“Llevarles comida a la puerta de sus casas”.
¿Cuáles son tus ilusiones, personal y deportiva, de futuro?
“Este pasado junio tendría que haber iniciado un viaje en la autocaravana que adquirí el año pasado. La idea era viajar durante una temporada por España y Europa, sin rumbo concreto, visitando a muchos amigos, clubs, a la vez que jugara torneos ITF de veteranos. En lo personal, que la salud no falte, y que a las chicas de casa (su familia) les vaya bien”.