Sergio Casal Martínez, exjugador barcelonés, profesional desde 1981 hasta 1996 (aunque jugó dobles hasta 1998). Fundador, junto a Emilio Sánchez Vicario, de Sánchez-Casal Academy en 1998 en Barcelona, a la que siguieron las de Naples, Florida (Estados Unidos) y Nanjing (China). Y director del ATP Challenger Sánchez Casal 2018-2020.
Ostenta 47 títulos de dobles (44 con Emilio) entre 1985 y 1995, la mayoría Grand Prix y World Series, incluyendo victorias en Roland Garros (1990), Open USA (1988), los masters 1000 de Roma y Hamburgo, y en Monte-Carlo, Barcelona y Madrid; y fue finalista en 26 torneos más (22 junto a Emilio), incluidos Wimbledon (1987, mismo año en que la pareja alcanzó el número 1 mundial), y los Masters de 1988 y 1990. Logró la medalla de plata en dobles en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988.
Su mejor ranking individual fue 31º ATP en noviembre de 1985, año en que ganó el Grand Prix de Florencia (Italia). En 1983 fue finalista en Aix-en-Provence y en 1986 en el indoor de Paris.
Disputó 29 eliminatorias de Copa Davis, ganando 31 de sus 48 encuentros. Fue campeón de España individual en 1982 y de dobles en 5 ocasiones entre 1981 y 1989.
Recibió el Premio Philippe Chatrier ITF 2017, junto a Emilio, por su contribución como jugadores y entrenadores; y el Davis Commitment Award 2016, también de la ITF, por su compromiso con la Copa Davis (al superar las 20 eliminatorias).

¿Cuándo y por qué empezaste a jugar al tenis?
“Creo que tenía 5 o 6 años y empecé porque a mi familia, mi padre y mi madre, les gustaba jugar como simples aficionados; y en un verano yo también empecé a jugar. Mi padre era del antiguo Club de Tenis Turó y de ahí seguí, poquito a poco le fui cogiendo afición y, al final, pues es parte de tu vida”.
¿Qué te gusta recordar y transmitir de tus inicios y de tus éxitos?
“El tenis, además de ser un deporte como otro cualquiera, te enseña a organizarte, a ser disciplinado, te enseña muchas cosas en las que, a lo mejor, no eres bueno y si tú sigues jugando al tenis tienes que hacerlas bien, con organización y constancia. No puedes jugar mucho una semana y luego no, no puedes entrenar mucho y luego trasnochar, esa organización te va a servir en la vida, aunque no seas campeón, le sirve mucho a la gente para perder timidez, ya que al ser un deporte individual tienes que decidir tu dentro de la pista, aunque tengas tu entrenador y te ayude, al final eres tú el que decide y eso te ayuda en la vida”.
¿A qué nivel se encuentra la organización de grandes acontecimientos de tenis en nuestro país? ¿Hay algún modelo de otro país que te resulte ejemplar?
“Hombre, tenemos dos grandes: Madrid y Barcelona. Sobre todo por su historia, el Godó es el que más he vivido, es un torneo muy bonito, como de la ciudad, como social, eso a mí me gusta. Madrid tiene un torneazo increíble, también con máximas figuras, y después están los otros torneos más pequeños hasta llegar al nuestro. Para valorar otro país, tendría que irme a mis inicios viendo, sobre todo, los torneos que tienen historia, con los grand slam ya consolidados; y luego hay otros como Monte-Carlo o Roma que son torneos con mucha historia. Por organización, en mi época -ahora ha cambiado mucho- yo me acuerdo que cuando iba a Wimbledon no me gustaba mucho, porque era un lío con tantas reglas, y prefería ir a Paris o Australia, que era más fácil; pero, después, cuando he ido de veterano a jugar Wimbledon, pues se veía todo mucho más organizado, han cambiado mucho las cosas. Yo creo que ahora está todo mucho mejor, el tema transporte, de pistas, de entrenos, de hoteles, todo es mucho más fácil, y antes, la verdad, teníamos que trabajar más”.

En cuanto a número de torneos futures y challengers que se celebran en España, respecto a otras potencias, ¿cómo valoras el calendario actual, salvando este condicionado 2020?
“Bueno, siempre ha habido torneos aquí, con las dificultades que hay, sobre todo, de sponsors. Hacer un torneo así, en el que no se gana dinero, es más se pierde… entonces, la gente puede ser que decida no hacerlos y más en estos tiempos. Yo creo que, con lo que hay, vamos haciendo lo que se puede; y este año, con lo que ha habido, tener estos tres challengers creo que está bien porque es un mini circuito que la gente ha podido aprovechar. Esperemos que las cosas mejoren y pueda haber, aparte de los dos grandes, algunos entremedias también”.
¿Qué desearías que hubiera para el fomento y organización de torneos futures y challengers en nuestro país?
“Sponsors, aunque el problema es que es muy difícil hacer este tipo de torneos, porque solo con el prize money ya ni llegas, y luego hay que pagar los hoteles y las comidas, etc. En este caso, nosotros, lo hemos hecho gracias a la Real Federación Española de Tenis que está poniendo un dinero para poder, más o menos, hacer el torneo; aunque luego hay otros muchos gastos que el club tiene que absorber y sin sponsors es muy difícil, por eso, muchas veces, la gente (organizadores) se va retirando y eso da menos oportunidad a la gente joven para jugar torneos”.
Si estuviera en tu mano, ¿de qué te gustaría dotar al tenis español y/o al tenis de futuro?
“Sobre todo de eso, de que se puedan jugar más torneos. Son dos cosas, antes que los torneos, una base de entrenadores, una organización y sistema que pudieran ser parecidos; pues muchas veces los chicos van a un sitio, juegan de una manera, luego van a otro…, sería bueno unificar la base. Cuanta más base haya siempre va a ser mejor, porque van a salir más jugadores, por eso en España siempre ha habido todas las escuelitas de club, y esa masa de gente que juega es muy bueno, porque al final eso no se puede perder. Cada club ha de tener su escuela, yo siempre digo que hay que apoyar a las escuelas, porque cuanta más base haya, y si se hace bien, por supuesto, mejor. Luego, poquito a poco, deberíamos hacer cuantos más torneos posibles desde los infantiles, cadetes y junior, hasta llegar a los profesionales; pero es un camino muy largo y difícil”.

¿Cuáles son las tareas más ilusionantes y gratificantes de ejercer como director de un torneo internacional? ¿Y las más complicadas?
“Todo es complicado. Cuanto te pones al otro lado, pues los jugadores piden muchas cosas y que todo esté bien, y no siempre están bien y muchas veces tienes algunas quejas; pero como he sido jugador, sé de qué va; igual, a veces, eso es lo menos gratificante, porque hay un trabajo muy grande para hacer el torneo, un torneo así que es de los más pequeños, digamos, es un trabajo enorme. Por ejemplo, para nosotros, que somos una academia que tenemos ya un trabajo hecho de diario, y tenemos que doblar ese trabajo, no solo la semana del torneo sino las semanas anteriores, y luego sacar todo el montaje de aquí y dejar todo listo; es un trabajo tan extremo, de mucha gente que lo está pasando mal que, si luego ves alguna queja, que puede ser con razón o no, pues es un poco lo que no es gratificante. Después, al acabar bien, eso es gratificante, como lo de ayudar a los tenistas a que jueguen; por mucha queja que haya, ellos habrán jugado un torneo, a algunos les va ayudar porque han jugado partidos que necesitaban, como el ejemplo de Carlos Alcaraz y su final aquí, que para su evolución y desarrollo va a ir bien; incluso para los que han perdido, jugar torneos es lo que ellos tienen que hacer y, si no los hacemos, pues, esto está muy mal”.
¿Qué supone la organización del ATP Challenger? ¿Cómo puede influir en los más jóvenes tenistas y en los aficionados y usuarios del club?
“Para nosotros, tener este torneo en Barcelona, en El Prat, es algo muy bueno para la comarca. Luego, para los chicos de la academia es increíble que puedan ver muy de cerca a estos jugadores que están entre los cien del mundo y ver lo que hacen en la pista, que es lo que ellos tratan de hacer, que no les sale día a día; y otros ver que no están tan lejos porque ven que también fallan, que son humanos. Los ven de cerca y pierden un poco esa timidez o ese miedo de decir ¡oh! ese está cien del mundo, yo no podría jugar con él nunca. Muchos tienen la opción de calentar con ellos, están dentro de la pista haciendo de recogepelotas; toda esa cercanía les da un desarrollo para su futuro muy bueno”.
¿El tenis es un deporte clásico o admite variables para ganar como espectáculo?
“Es un deporte clásico, sí, hace muchos años que se juega pero yo creo que el tenis va cambiando, hay reglas nuevas, y los torneos también han cambiado. Si miramos 20 o 30 años atrás, todo ha cambiado mucho, hay más espectáculo, hay los torneos indoor, con luces, en que puedes hacer muchísimas cosas más bonitas que antes; pero a mí me gusta lo clásico, también porque es lo que he vivido. Es un deporte bonito, que ayuda mucho a las personas a desarrollarse, a organizarse y a tener un buen futuro”.
¿Qué admiras o valoras más de un rival en pista?
“Que un jugador esté allí y dé todo lo posible, que luche, que, simplemente, haga todo lo posible, lo que esté ese día en sus manos, para jugar lo mejor posible. El tenis es muy difícil porque puedes jugar bien por la mañana y por la tarde puedes jugar peor, y no se sabe… hay tantas variables, el viento, la pista, la luz, cualquier cosa cambia; el jugador también cambia; entonces, durante el mismo partido hay mil variables. Por eso lo que más admiro es ver un deportista que esté allí corriendo, luchando y que haga lo máximo aunque se encuentre mal. Cuando acaba el partido y le da la mano (en estos tiempos no), que el jugador esté satisfecho de decir, este tío me ha ganado porque es mejor que yo, eso es lo máximo”.

¿Puedes ordenar fuerza física, fuerza mental y calidad técnica?
“Va todo junto pero si no tienes el físico, todo lo demás se destruye. Muchas veces, si tienes un buen físico, y corres mucho, como eres capaz de aguantar, en lo mental eres muy fuerte; y la técnica ya necesitas muchos años de trabajo. Siempre digo, el que es fuerte mental, lo es, pero tiene que tener buen físico porque si no, no da, no da”.
¿Cuáles son las condiciones que ha de reunir un jugador-a actual para estar en lo más alto?
“Va un poco por donde lo anterior: has de tener físico, mental, tienes que jugar bien, o sea con buena técnica, y el problema es que todo eso lo tienes que mantener muchos años, siempre, día a día; y eso es el problema, que solo unos poquitos lo pueden conseguir, los que están top ten siempre, ellos son excepcionales, porque tienen una cabeza también privilegiada para aguantar eso. Ahí es cuando la cabeza prevalece y va primera, para mantenerse arriba, porque si no toda esa presión no la aguantas. Cuántas veces hemos visto a alguno ganar uno o dos torneos y luego desaparecer, porque no son capaces de aguantar, no están bien, no están cómodos ahí y se van”.
¿De cuál de los resultados que has conseguido te sientes más orgulloso? ¿Por qué?
“Creo que tuve dos resultados muy buenos, uno más personal que fue ganar a McEnroe en Paris Bercy, que alguien como yo, que mi mejor ranking había sido 31 y luego estaba 60, 80 o 100, pudiera ganar a McEnroe, que era mi ídolo de siempre, eso lo tengo en la cabeza. Y la otra fue ganar a Boris Becker, aquí en Copa Davis y en punto decisivo, la gente todavía se acuerda cuando me ve. Estos dos son los más importantes para mí en individual, en dobles ha habido otras cosas”.

¿Superficie favorita?
“Yo crecí en tierra y siempre me ha gustado, lo que pasa es que mi juego podía adaptarse a otro tipo de superficies, aunque en esa época, por ejemplo, los indoor no los tocábamos, hasta que poquito a poco fuimos jugando”.
¿Tu golpe favorito de ver (¿de quién)? ¿Y tu golpe favorito de ejecutar?
“El mío es bastante fácil, porque era la volea de revés. Toda la parte de revés mía era mejor que la derecha, yo trataba de subir a la red a menudo y buscar esos golpes de volea de revés porque podía definir bastantes tiros así. De ver, cualquier golpe de Federer, que son todos muy limpios y bonitos de ver, la verdad”.
¿Con qué jugador de la historia te hubiera gustado echar un buen peloteo? ¿Por qué?
“Siempre con gente de la que has oído hablar, por ejemplo, Rod Laver, al que he tenido la ocasión de saludar pero no lo he conocido mucho, y me hubiera gustado jugar con él”.
¿Qué obra te gustaría poder hacer para ayudar a personas desfavorecidas o necesitadas?
“Con la Fundación ESV hacemos bastantes cosas, aparte hacemos diferentes acciones sueltas. En la academia tenemos una escuelita de chicos discapacitados que vienen entre semana y fines de semana y no fallan, y ver eso es súper bonito. Ellos tienen sus programas de arte, pintura, natación y luego tienen el día de tenis. Con el tenis ayudar a alguien es bonito”.

¿Cuáles son tus ilusiones, personal y deportiva, de futuro?
“Yo ya tengo una edad (se ríe). Lo de competición se me ha pasado, no necesito ni competir, ni nada. Me ilusiona el día a día de la academia, tratar de ayudar a la gente, a los junior, a los más pequeños, me da igual; pero a veces viene alguien que juega muy poquito y ver que en una semana mejora me satisface bastante. Personalmente, necesito estar tranquilo, estoy con la familia, estoy muy bien. Tengo dos hijas ya con más de veinte años y ver que poco a poco vayan haciendo su vida, y eso es lo que quiero, estar tranquilo. No soy una persona muy complicada, que quiera ahora viajar, creo que las etapas han ido pasando en mi vida, una de estudios, una de profesional de tenis, de viajes, de 15 años; ahora otra de más de 20 años aquí como formador y, sencillamente, me vale con estar más tranquilo. No tengo muchas expectativas (sonríe)”.