ADRIÁN BLANCO – MADRID
Kei Nishikori es una explosión de felicidad. Aunque nadie pueda verlo o percibirlo. Acaba de eliminar a David Ferrer en las semifinales del Masters de Madrid pero su rostro no demuestra la alegría que siente. No se reboza en la pista. No salta. No grita. Parece que ni siente ni padece. Es como si el partido no hubiese mellado sus piernas, sus brazos, ni las emociones hubiesen surcado su cabeza. Como si se encontrase, tres horas antes, concentrado en el vestuario en busca de una estrategia para doblegar a Ferrer. Nishikori es un tenista íntimo, introspectivo, alejado de las grandes emociones.
Sabe que ha dado un paso muy importante en su carrera. Una final en un torneo de renombre. Grita, salta, se reboza en el polvo de ladrillo pero lo hace por dentro. En su interior. No deja que los sentimientos afloren. Predomina el autocontrol. Los japoneses, en general, son tímidos y respetuosos hasta para mostrar las emociones. Parece un tipo frío pero en realidad el calor le corre por las venas en el momento en que remonta el partido y doblega a Ferrer. Ha tenido que disputar hasta diez bolas de partido para eliminar al tenista alicantino. Hecho que indica la dificultad de la proeza.
Todo ello a pesar de que el partido se le puso de cara al tenista español cuando en la primera manga, con 3-2 en el marcador, aprovechó para romper el saque de su rival en el siguiente juego. Ferrer se encontraba dominador con su derecha, activo y dueño del fondo de la pista. A pesar de ello, el japonés se repuso, le devolvió la rotura y se llevó el set en el tie break por un apretado 7-5. Ferrer tuvo que remar para hacerse con el segundo set y llevar el partido a un terreno que, en principio, le era propicio. Una tercera manga, con los nervios y el cansancio acumulado, parecía que le favorecería. No fue así. Nishikori es un buen tenista que cada día va a más. Tuvo que sufrir para alcanzar la final. Mañana tendrá oportunidad de probar sus fuerzas ante el mejor tenista sobre tierra batida Rafael Nadal.
Ya que en la otra semifinal, el aspirante Roberto Bautista no pudo dar la sorpresa ante el tenista mallorquín. Seguro que visualizó durante horas el momento en que contra pronóstico derrotaba a Nadal. A pesar de ello, el buen juego y la consistencia desplegada en el torneo hasta ahora no fue suficiente. Había derrotado a rivales de entidad pero en esta ocasión es diferente. Bautista lo intenta pero poco a poco ve cómo sus opciones se esfuman, cómo las semifinales es su techo en Madrid.
Nadal sigue a lo suyo. Sigue sin ofrecer su mejor cara este año sobre el polvo de ladrillo, aunque poco a poco coge confianza de cara a Roland Garros. Bautista ve como se le escapa la final soñada. Poco más ofreció el partido. 6-4, 6-3. La anécdota la pusieron las reivindicaciones que podían escucharse de los trabajadores de Coca-Cola que se manifestaron a las puertas de la Caja Mágica contra el cierre de la planta en Fuenlabrada. Bautista lo intentó pero pereció ante un coloso del tenis.
La final inédita entre Nadal y Nisikhori no será la única que podrá disfrutarse mañana. María Sharapova y Simona Halep se enfrentarán en la competición tras eliminar a Agnieszka Radwanska y Petra Kvitova, respectivamente. La tenista rusa tendrá la oportunidad de alzarse con el título en Madrid después de caer derrotada en el final del año pasado ante Serena Williams.
Fotografía: Aitor Salvador Díaz