Para ahondar más en lo que supuso la aparición y retiro de Björn Borg, hemos formulado dos preguntas a cuatro experimentados periodistas vinculados a televisión: Nacho Calvo y Arseni Pérez (Teledeporte RTVE), Manuel Poyán (Eurosport) y al polifacético Miguel Ángel Zubiarrain.
Las dos cuestiones han sido: ¿Qué opinión te merece la eclosión de Björn Borg y su tenis a principio de los años ’70? ¿Y cómo valoras su temprano cese de actividad? ¿Qué más te hubiera gustado ver de Björn Borg?
Y sus respuestas, las siguientes:
Nacho Calvo:
“Creo que fue la irrupción de la gran estrella del tenis, y no solo del tenis, pues también fue un jugador que trascendía este deporte, un número 1 dentro y fuera de la pista. Movía muchísimos fans, era un icono, una estrella, incluso había fans que lo seguían para verle jugar por todo el mundo. Era una auténtica estrella. Borg me hizo engancharme realmente al tenis de gran nivel, con ese característico revés a dos manos, muy sólido en fondo de pista, siendo un gran restador, jugador muy completo y gran voleador. No era un especialista en saque, pero lo suplía siendo gran restador.
Me sorprendió muchísimo que se retirara a los 26 años, yo creo que por aquella final perdida en Wimbledon ante McEnroe en 1981. Pienso que fue decisión precipitada de Björn porque el hubiese ganado muchísimos más grand slam y, a lo mejor, hubiese cambiado la historia de Wimbledon, por el número de victorias. Ahora mismo, a esa edad, estaría casi empezando. Quizá me hubiera gustado verle jugar más en la Copa Davis, defendiendo a su país”.
Arseni Pérez:
“Es el primer gran tenista mediático de la historia. Veníamos del dominio de los australianos, en un circuito divido entre profesionales y amateurs, en el que había un Rod Laver. A Borg se le llamó el quinto Beatle porque era tan mediático. Tenía un tenis de gran factura, su tenis era muy caliente, sus drives con peso, ese portentoso revés a dos manos, aunque no fuera el único en golpearlo así, que levantaba a las gradas. Fue un gran campeón a nivel planetario, rey en pistas de tierra y de hierba, un jugador total, revolucionario del tenis. Digamos que introdujo la potencia en todos sus aspectos, ya que en pista y fuera de ella aparecía como un deportista hercúleo y esa imagen superaba a la de Rod Laver, muy querido en las pistas.
Borg gozaba de carisma fuera de la pista, muy a pesar suyo, y era muy atractivo para las aficionadas.
Recuerdo su boda mediática con Mariana Simionescu, un acontecimiento social en Marbella. Sin embargo, su cara reflejaba el tormento del talento, muy bien plasmado en la película de cine; por su agonía y temor a perder estaba algo atormentado. Todo lo que el hacía era reconocido, como sus bajas pulsaciones por minuto, por lo que le llamaron ‘IceBorg’.
Su retirada fue una gran lástima, una frustración para los seguidores del tenis, pero si el no pudo ir mas allá, compitiendo al máximo nivel… Esa agonía le hizo salir por la puerta de atrás, tras las derrotas con McEnroe. Analizado desde hoy, con jugadores de casi 40 años en activo, su historia se queda algo corta, se podía haber visto algún grand slam más en su cuenta. Lo pasó muy mal, por quedarse tan vacío al dejarlo y adentrarse en problemas. Claro que me hubiera gustado verle en más finales de grand slam, pero todas las vistas fueron una maravilla. ¡Qué más se puede pedir!”.
Manuel Poyán:
“Tuve el privilegio de verle en el C.T. Chamartín, con unos 15 años, cuando, por cierto, ganó a Javier Soler. Era un crío, luego perdió con Kodes en cuartos. Entonces, pensé que siendo cadete tenía cara de maduro y era una autentica impresión, con tenis increíble y súper maduro, con algo de pinta de hippy. Fue un éxito verle porque fueron sus primeros cuartos de final. Esa frialdad y saber hacer eran increíbles. Más tarde llegué a estar de juez de línea con Borg, en un torneo de Madrid, si veía que te habías equivocado en una bola, aunque muy educado, te daba un toque. Era muy fino en su juego, con esa raqueta Donnay de madera y ese revés que empezaba a dos manos y acababa con una, fue un auténtico cambio en el tenis, rompía moldes, también por su juego de fondo.
Después de las finales que protagonizó con McEnroe, lo hablé con Jordi Arrese -quien le ganó en Mónaco en su reaparición- y también le apenó; fue una pérdida para todo el mundo del tenis, ese niño introspectivo que era un campeón de tenis se quemó demasiado pronto. Sí que me hubiera gustado verle más, sobre todo en Australia, y que hubiese ganado algún Open USA”.
Miguel Ángel Zubiarrain:
“Fue una aparición sorprendente porque tenia juego a dos manos y un físico espectacular. Llegaba a todas las bolas y, eso sí, subía a la red… para saludar. Pero la verdad es que fue capaz de ganar en hierba -pude verle en directo en aquella histórica final de Wimbledon contra McEnroe- y en tierra con autentica solvencia. No fue nunca a Australia, porque le quedaba muy lejos e incómodo para los resultados que esperaba obtener, era una aventura; y tenía muchos problemas en el US Open porque la pista que le ponían no era para él, más bien para los otros, por la extremada rapidez de la superficie. Tenía un talento increíble, sabía solucionar problemas como ninguno. Valoro su retirada prematura porque tenía problemas personales, y de parejas, y fue una pena.
Creo que hubiera podido ganar dos o tres Roland Garros más y no sé si Wimbledon, por la aparición de especialistas de hierba, pero también podría haber ganado alguno más. Fue una pena porque el de Borg era muy alto nivel. Lo que hacía, lo hacía a la perfección. No creo que hubiera mejorado más su tenis, la volea, por ejemplo. Él tenía todo el tenis menos la volea, que apenas la necesitaba, como lo prueban sus triunfos en Wimbledon. Me hubiera gustado verle cuatro o cinco años más, pero no pudo ser”.